Y luego del Fast Food llegó el Slow Food con el caracol como símbolo de la lentitud que quieren imitar. Para los que pasan los días a mil, corriendo de un lado para el otro, con solo 20 ó 30 minutos para comer, esto suena como algo imposible de aplicar en sus vidas, un lujo que no todos pueden darse.
Uno sabe que lo ideal es masticar bien los alimentos y que al comer muy apurado no se da el tiempo suficiente para que la sensación de saciedad llegue al estómago por lo que se tiende a consumir mucho más de lo necesario. Además, detenerse a observar y saborear los alimentos es lo que todos quisieran hacer, pero de ahí a pretender investigar de donde proviene lo que estamos comiendo, la forma de producción, quién los produce y hacer un seguimiento desde el mar o la tierra hasta el plato, es casi imposible para un mortal cualquiera, sobre todo en estos tiempos.
Su filosofía es básicamente creer que todos tienen el derecho fundamental al placer, y que además son responsables de proteger el patrimonio alimentario, tradicional y cultural que hacen parte de ese placer posible. Este movimiento se basa en la ecogastronomía: conexión entre la comida, la tierra y el planeta.
Según Slow Food la alimentación debe ser buena, limpia y justa. En contra de la estandarización del gusto, dicen que los alimentos deben tener buen gusto y deben ser producidos sin dañar el ambiente, las especies animales y la salud. Uno de sus objetivos es salvar a los cereales, legumbres, frutas y las razas animales que corren riesgo de desaparición por la supuesta imposición de una alimentación sometida por la comodidad y las industrias.
Se consideran coproductores y no consumidores. Quieren ser informados sobre los modos de producción de lo que comen y el apoyo a quienes lo producen hace de ellos un socio activo de todo el proceso.
Según el estatuto de Slow Food Italia, los objetivos de la asociación son:
a) Otorgar dignidad cultural a las temáticas relacionadas con la comida y la alimentación.
b) Individualizar los productos alimenticios y las modalidades de producción ligados a un territorio, en una óptica de salvaguardia de la biodiversidad, promoviendo su categorización y protección en tanto que bienes culturales.
c) Elevar la cultura gastronómica de la ciudadanía y, en particular, de las generaciones más jóvenes, con el objetivo de lograr la plena consciencia del derecho al placer y al gusto.
d) Promover la práctica de una calidad de vida distinta, basada en el respeto al ritmo y tiempo naturales, al ambiente y la salud de los consumidores, favoreciendo la fruición de aquellos que representen la máxima expresión cualitativa.
El objetivo de esta corriente es tan razonable como utópico, ya que es ideal consumir alimentos a los cuales se les respetaron los tiempos que la naturaleza necesitó para que cada uno se desarrollase y que se evitaran los procesos de aceleración artificial para su crecimiento, el uso de transgénicos, agroquímicos, colorantes o saborizantes. Ciertamente uno extraña la fruta que tenía sabor , pero desgraciadamente la demanda en estos tiempos es demasiada para proveer a la población.
Yo particularmente disfruto mucho el momento de comer, tanto con la vista, el olfato, el gusto y el tiempo que necesite. Trato de ver la información que traen los productos envasados, pero con la mayoría de las verduras, frutas y carnes, les soy sincera, no me queda mas que confiar en el supermercado, al igual que cuando uno va a comer a algún restaurante. Especialmente con las carnes que se consumen, uno quisiera saber de donde proviene, como fue alimentado ese animal y como llegó a la mesa, pero me parece que este es un lujo para pocos a los que les sobra el tiempo
No hay comentarios:
Publicar un comentario